viernes, 23 de noviembre de 2012

Manuelita Sáenz,"Libertadora de Bolívar"


Manuela Sáenz, portando la insignia de la Orden del Sol

Hoy, a 156 años de su fallecimiento, homenajeamos a Manuelita Sáez, la creadora del feminismo y la participación de la mujer en la política en Latinoamérica.
 

Manuela Sáenz es sin duda uno de los personajes más interesantes de las guerras de independencia de América del Sur. Según sus detractores, su relación con Simón Bolívar opaca sus propios méritos personales, como una de las grandes defensoras de la independencia de los países sudamericanos y como una de las más destacadas y avanzadas defensoras de los derechos de la mujer.
 
Criticada, denigrada,  ignorada y desterrada por sus contemporáneos y aún décadas después de su muerte, sólo a mediados del siglo XX Manuela Saenz empezó a ser reivindicada como heroína y prócer en la gesta de la independencia o como precursora del feminismo en Latinoamérica. En todo caso, casi dos siglos después de su muerte, es un personaje que continúa aún despertando odios o amores y ocasionando debates o controversias.


Manuela Sáenz Aizpuru (Ecuador; 27 de diciembre de 1797 - Perú; 23 de noviembre de 1856) fue una patriota ecuatoriana y compañera sentimental de Simón Bolívar. Es conocida también como Manuelita Sáenz y como «Libertadora del Libertador» (en referencia a Simón Bolívar).
 
 
Hija ilegítima del hidalgo español Simón Sáenz Vergara con la criolla María Joaquina de Aizpuru,perdió a su madre, según algunas versiones el día de su nacimiento, por lo que fue enviada a un convento. Se sabe que por sus talentos y dones especiales su padre la llevó de visita a la casa que compartía con su esposa, doña Juana del Campo y Larraondo, quien siempre trató a la niña con cariño y le enseñó buenas costumbres, fomentó su interés por la lectura y le prodigó afectuosos cuidados de madre. En esa casa nació un profundo lazo de amor con su hermano de padre, José María Sáenz.
 
Manuela, a la edad de 19 años, conoció en Quito a James Thorne, acaudalado médico inglés veintiséis años mayor que ella, y Simón Sáenz, su padre, como era costumbre en la época y por razones de conveniencia, pactó su boda para julio de 1817.
 
 
Se involucró de lleno en actividades políticas, en una evidente atmósfera de descontento con las autoridades españolas, en la cual las mujeres ejercían una gran influencia en los círculos virreinales, por lo que estaban informadas de los acontecimientos en el virreinato, siendo esta una de las razones que explican la decidida participación femenina en los movimientos revolucionarios, apoyando la causa de Bolívar por liberar la Nueva Granada y de San Martín por independizar el Perú.
 
 
En este ambiente, Manuela contribuyó decididamente en el cambio del Batallón Numancia, del cual formaba parte su hermano José María, hacia las filas patriotas.
Por sus actividades pro independentistas, San Martín, luego de haber tomado Lima, con sus milicianos y proclamado su independencia el 28 de julio de 1821, le concedió a Manuela el título de Caballeresa de la Orden El Sol del Perú.
 

Encuentro con Bolívar

Durante la entrada triunfal de Simón Bolívar a Quito, el 16 de junio de 1822, Manuela Sáenz de Thorne lo ve por primera vez. Con el tiempo, se convirtieron en amantes y compañeros de lucha durante ocho años, hasta la muerte de éste en 1830. Desde 1823, ella estuvo a su lado durante buena parte de las campañas, participando en ellas activamente, hasta culminar la gesta libertadora cuando se radicaron en la ciudad de Santa Fé de Bogotá.
 
 
Bolívar abandonó la capital el 8 de mayo de 1830 y falleció en diciembre en la ciudad de Santa Marta producto de la tuberculosis, sumiendo a Manuela en la desesperación. En 1834, el gobierno de Francisco de Paula Santander destierra a Manuela de Colombia y ella parte hacia el exilio en la isla de Jamaica. Regresa a Ecuador en 1835, pero no alcanza a llegar a Quito: cuando se encontraba en Guaranda, su pasaporte fue revocado por el presidente Vicente Rocafuerte, por lo que decidió instalarse en Perú.
 
 
Manuela falleció el 23 de noviembre de 1856, a los 59 años de edad, durante una epidemia de difteria que azotó la región. Su cuerpo fue sepultado en una fosa común del cementerio local y todas sus posesiones, para evitar el contagio, fueron incineradas, incluidas una parte importante de las cartas de amor de Bolívar y documentos que aún mantenía bajo su custodia. Manuela entregó gran parte de los documentos para elaborar la voluminosa biografía sobre Bolívar, de quien Manuela dijo: «Vivo adoré a Bolívar, muerto lo venero».